¡Oh buen amor
¡Oh, ternura divina siempre en llamas!
¡Oh buen amor, paciente, generoso!
Llegas a mí, brindándome reposo;
no me impones tu afán, porque me amas.
¡Oh ternura divina! De tus ramas
presiento el florecer maravilloso.
Tú quieres que yo sea fruto hermoso,
cosecha de tu huerto. Me reclamas.
Escucho conmovida la voz tuya.
Me llega triste; no le doy consuelo;
rechazo su dolor y su agonía.
Perdóname, Señor. Cuando destruya
las ansias que me clavan en el suelo,
entonces iré a Ti sin rebeldía.
Ana Ines Bonnin
lunes, 31 de mayo de 2010
miércoles, 26 de mayo de 2010
A veces ella
Ella es a veces alta,
a veces triste como todo camino,
de mirada queda.
Y cuando me ve,
su sonrisa me quema todo el cuerpo.
La conocí hoy y sonreía.
Hablaba despacio,
viendo la palabra perfecta,
ella,
la mujer exacta.
Y cuando hablaba de las gentes,
de las cosas viejas,
de la promesa que debíamos hacer,
de la espera secular;
su cuerpo se erguía
y era toda una gacela de emoción.
Ella pensaba en un mundo
por estrenar
como sólo te pones
por primera vez un sentimiento nuevo,
y el periódico temblaba en sus manos
y los dedos rasgaban las
fotografías,
las palabras,
la mentira.
La conocí hoy por la mañana
y ella es un ocaso y lo sabe
y fija sus profundas pupilas
en las mías.
Sobre sus hombros tiemblan áridas
montañas encarnadas.
Ella es la palabra incendiada,
el cielo desesperado
de una tarde de agosto,
un río,
la noche iracunda,
un heroico aliento a desatar.
Julio Torres Recinos
a veces triste como todo camino,
de mirada queda.
Y cuando me ve,
su sonrisa me quema todo el cuerpo.
La conocí hoy y sonreía.
Hablaba despacio,
viendo la palabra perfecta,
ella,
la mujer exacta.
Y cuando hablaba de las gentes,
de las cosas viejas,
de la promesa que debíamos hacer,
de la espera secular;
su cuerpo se erguía
y era toda una gacela de emoción.
Ella pensaba en un mundo
por estrenar
como sólo te pones
por primera vez un sentimiento nuevo,
y el periódico temblaba en sus manos
y los dedos rasgaban las
fotografías,
las palabras,
la mentira.
La conocí hoy por la mañana
y ella es un ocaso y lo sabe
y fija sus profundas pupilas
en las mías.
Sobre sus hombros tiemblan áridas
montañas encarnadas.
Ella es la palabra incendiada,
el cielo desesperado
de una tarde de agosto,
un río,
la noche iracunda,
un heroico aliento a desatar.
Julio Torres Recinos
domingo, 16 de mayo de 2010
Antes que tú
Sonríes al pasar, con ironía,
Porque me juzgas un rival vencido...
¡Imbécil! La mujer que has elegido,
antes que fuera tuya ha sido mía.
En sus labios de rosa bebí un día,
la esencia del licor apetecido.
Y tú, ¿de qué te ríes? ¿Qué has bebido?
¡Las sobras de la copa de ambrosía!
Federico Barreto
Porque me juzgas un rival vencido...
¡Imbécil! La mujer que has elegido,
antes que fuera tuya ha sido mía.
En sus labios de rosa bebí un día,
la esencia del licor apetecido.
Y tú, ¿de qué te ríes? ¿Qué has bebido?
¡Las sobras de la copa de ambrosía!
Federico Barreto
domingo, 9 de mayo de 2010
Bella
BELLA,
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bella.
Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
así te veo,
bella.
Bella,
con un nido de cobre enmarañado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombría
donde mi corazón arde y reposa,
bella.
Bella,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
en tus ojos,
mi patria está en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.
Bella,
tus senos son como dos panes hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.
Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
pasó mil años por tu dulce cuerpo,
bella.
Bella,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bella.
Bella, mi bella,
tu voz, tu piel, tus uñas
bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
todo eso es mío, bella,
todo eso es mío, mía,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
eres mía, mi bella,
siempre
Pablo Neuda
como en la piedra fresca
del manantial, el agua
abre un ancho relámpago de espuma,
así es la sonrisa en tu rostro,
bella.
Bella,
de finas manos y delgados pies
como un caballito de plata,
andando, flor del mundo,
así te veo,
bella.
Bella,
con un nido de cobre enmarañado
en tu cabeza, un nido
color de miel sombría
donde mi corazón arde y reposa,
bella.
Bella,
no te caben los ojos en la cara,
no te caben los ojos en la tierra.
Hay países, hay ríos
en tus ojos,
mi patria está en tus ojos,
yo camino por ellos,
ellos dan luz al mundo
por donde yo camino,
bella.
Bella,
tus senos son como dos panes hechos
de tierra cereal y luna de oro,
bella.
Bella,
tu cintura
la hizo mi brazo como un río cuando
pasó mil años por tu dulce cuerpo,
bella.
Bella,
no hay nada como tus caderas,
tal vez la tierra tiene
en algún sitio oculto
la curva y el aroma de tu cuerpo,
tal vez en algún sitio,
bella.
Bella, mi bella,
tu voz, tu piel, tus uñas
bella, mi bella,
tu ser, tu luz, tu sombra,
bella,
todo eso es mío, bella,
todo eso es mío, mía,
cuando andas o reposas,
cuando cantas o duermes,
cuando sufres o sueñas,
siempre,
cuando estás cerca o lejos,
siempre,
eres mía, mi bella,
siempre
Pablo Neuda
Suscribirse a:
Entradas (Atom)