hay una luz, pequeñita
que brilla solitaria
sin pausa
desapercibida casi,
una luz tenue
cálida
compañera y sorprendente
que no deja nunca
de emitir su luz
que es perceptible
al corazón de quien la busca.
En el rincón más sucio de mi alma
hay un punto virgen
impoluto
jamás rozado si quiera
por una gélida ventisca
de egoísmo o necedad.
Un punto pequeñito
que solitario
va creciendo acorde
me voy quitando de encima
mis más profundas miserias.
En el rincón más complejo de mi alma
tengo una simplicidad
que estoica y humilde
se deja ver coqueta y sonriente.
No busca pues la buscan,
y no esconde a quien la encuentra.
En el rincón más oscuro de mi alma
hay un grito
desgarrador, desesperado,
que vibra en cada célula de mi cuerpo
un grito que no calla
y que recuerda constantemente
lo fugaz que puede ser todo.
En otro rincón de mi alma estoy yo
caminando hacia mi destino
usando de brújula
mis cuatro puntos cardinales.
