Y de nuevo llegaba la noche,
y las almas se veian obligadas a callar,
Para dar la bienvenida a esta mujer
que no lograba sus heridas sanar,
Gritando amor a oidos que no lo saben escuchar,
Sufriendo y llorando sin poder una lagrima derramar.
Pero llegaste tu,
tal y como el viento acaricia mi rostro
en un crepusculo otoñal.
Llegaste como el primer rayo de sol
que atraviesa la ventana
de todo aquello que me hace soñar.
Escucho tu latir,
lo escucho en cada una de las gotas nocturnas
que caen lentamente
sobre esta superficie erosionada.
No temas mortal,
que soy tu hechiceray te enseñare a amar.
Seras mi fiel guardian
que caminara conmigo cada noche lunar.
Y asi cumplir el ritual hasta que en tu cabeza
mi nombre e imagen puedan penetrar...
Hasta que los cuerpos danzantes
se logren enamorar...
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